La gota y el Mar

Y es que somos semejantes a esa gota que el Mar dejó sobre la roca. Al verse fuera de su elemento, la gota, sintiéndose pérdida, empezó a llorar y a preguntarse quién es. 
Pero por alguna Suerte Cósmica, la gota deja de mirar fuera y empieza a mirar dentro, y se da cuenta de que, de alguna forma, lleva el Mar consigo. El Mar está fuera de ella y dentro a la vez. 
Entonces deja también de llorar, porque se ha reconocido, se ha encontrado. Ha visto su esencia, que es Mar, aunque no sea “Mar” su nombre. 
Y por otra suerte cósmica, un rayo de sol se posa sobre ella y la disuelve, convirtiéndola en nube. Pero está tranquila porque no ha olvidado que, aunque haya cambiado de nuevo su cuerpo y su nombre, su esencia sigue siendo Mar. 
Y por otra Suerte Divina, una ráfaga de aire la condensa y vuelve a convertirse en gota para caer en el Mar. 
¡Y ahora sí! Ahora sí ha perdido su nombre para diluirse en su esencia, convirtiendo se en Mar. Ya no hay individualidad, sino Talidad. Y el Mar se convierte a su vez en cielo y el cielo en Mar...Hay un momento, cuando estás navegando, en que el azul del mar se convierte en el azul del cielo, y no sabes si estás recorriendo el cielo o el mar. Y por la noche, de la misma forma, las estrellas se reflejan en el agua oscura y no sabes si estás navegando por el universo o por este planeta, porque todo se ha diluido. 
De la misma forman, el "yo” debe diluirse en Dios, los límites, en Quien no tiene límites.





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