El canto del bosque



El bosque la rodeaba enteramente. No sólo entorno a ella, también sobre su cabeza y bajo las plantas de sus pies. Ahora sabía que la oscuridad brilla (más aún: resplandece), que los vuelos de los pájaros escriben en el aire antíquisimas leyendas, que existen rumores y sonidos totalmente desconocidos que conforman el canto del bosque. Todas aquellas voces, sin oirse, se oían; se oían en el temblor de cada hoja, detrás de cada tallo, en el balanceo de las altas ramas, en la profundidad de las raíces que buscan el Corazón del Mundo

Ana María Matute


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