Un irresistible reclamo

Era magnífico aquel tiempo,
qué hermoso era,
cuando estábamos unidos
perfectamente
al lugar y las personas
que habíamos elegido
antes de nacer.

Tu corazón es como una piedra cubierta de musgo,
nada la corrompe
y tu cuerpo es columna de fuego que siempre arde
y hace que arda.

Y mis brazos se han rendido fácilmente
y tus huesos no sienten el dolor.
Los minerales de los que estamos compuestos
vuelven,
retornan al agua.

Sonido de campanas,
lejano, irresistible.
El reclamo
que invita a la plegaria de la tarde.

Gentil es el espejo.
Miro y veo que mi alma tiene un rostro.
Te saludo, divinidad de mi tierra.
El reclamo me invita

T.de Avila/F.Battiato/M.Sgalambro


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